martes, 24 de marzo de 2009

Carta de Desamor

Carta de desamor.
Querido Víctor:
Recién salgo de hacerme una cirugía en la que me han rebanado las caderas, aumentado el busto, alzado los párpados y rellenado mis labios de silicona, sin contar los pinchazos de butox que me han dado en toda la cara, y me encuentro que andas con otra. Poco ha faltado para que, mientras permanecía vendada, como una momia, la llevaras a los pies de mi cama a presentármela. Y yo, que todo lo hice por ti, para que no dejaras los ojos tras las respingadas nalgas de la hija del vecino, ni se te cayera la baba ante la esbelta figura de la secretaria de tu hermano, veo que mi sacrificio ha sido en vano. Ya ni te digo que el médico me recetó unas medicinas fortísimas para la caída del pelo, esa melena que tanto acariciabas a la hora de dormir y que ahora tengo que confesarte: eran extensiones.
Pero nada, dentro de un par de meses estaré como nueva, más joven y más atractiva, y sobre todo libre. Sí, libre de la esclavitud que me imponía el querer aparentar veinte años cuando en realidad tengo cuarenta. Ahora, tan pronto me reponga de las heridas de la cirugía y de las morales que tu veleidad me ha infligido, me dedicaré en cuerpo (por supuesto, mejor que el que conociste) y en alma a buscar un compañero. Y cuando hablo de compañero, me refiero a un hombre que vea más allá de lo que ven tus ojos con gafas para la miopía y el astigmatismo. A uno que busque una mujer para amar, para entregarle sus mejores años, para salir a caminar y ver caer el sol, hablar de sentimientos, y no como tú a quien solo le importan los acontecimientos. Un hombre entero, al que solo le interese yo como mujer, a la que en breve, puedes apostar, las heridas serán cosas del pasado.
Nunca más pasaré por un quirófano a menos que sea para algo tan fuerte que amerite cirugía, pero a ti te recomiendo que busques quien te rebane la barriga y sobre todo quién te ponga en firme eso que te cuelga.
No pienses que no voy a llorar. Lo haré. Pero sólo por un tiempo. El necesario. El que se guarda por un duelo, dedicado a ti, que ya para mí, estás muerto.
Adiós, y que te vaya bonito.
Amelia

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